Siempre he deseado iniciar un club de lectura. En mi fantasía lo imagino como un lugar de encuentro para compartir el resultado de un montón de ratos placenteros en los que he desaparecido en un libro, quizá con los pies hundidos en la arena de la playa, quizá arropada por una mantita, con un té, sentada en mi butaca favorita, quizá en el metro de camino a quién sabe dónde.